Prostitución e inmigración en Colombia

En los últimos tiempos, el turismo sexual se ha convertido en uno de los sectores más pujantes dentro de los viajes y el ocio. Aunque todavía cueste creerlo, son muchos los hombres que han decidido viajar solos, o con amigos, con la misión de tener sexo con chicas de otros países. Como suele ocurrir en los viajes normalmente, el motivo de la visita no es uno solo, y al final se aprovecha para ver más cosas, realizar actividades culturales… Pero cuando la motivación principal de alguien a la hora de coger un avión es disfrutar del sexo con lugareños de otros países, el turismo sexual se abre paso. Y lo hace con más fuerza en países de Latinoamérica como Venezuela o Brasil, pero también en Colombia, donde la situación de la prostitución sigue siendo difusa legalmente, pero muy propicia en la calle. Es fácil encontrar prostitutas acá, sobre todo para los turistas.

La situación del país es muy compleja, como en la mayor parte del mundo, solo que los colombianos siempre estamos sufriendo esa inestabilidad política y social. Es como si fuésemos encadenando una crisis tras otra, sin capacidad de reacción, de conseguir salir de un bucle que nos limita muchísimo de cara al futuro. Esa inestabilidad también es aprovechada por las mafias y los cárteles, para conseguir sus objetivos. Muchas personas, hombres y mujeres, se ven en la tesitura de realizar ciertos negocios poco limpios con tal de poder sobrevivir y tener algo para comer. En el caso de la prostitución, lo habitual es que la mayoría sean mujeres, aunque cada vez son más los hombres que están interesándose por este trabajo. Las colombianas tienen cierta tradición como trabajadoras sexuales, gracias a sus condiciones exuberantes y a ser reconocidas como muy pasionales. Sin embargo, si la situación propia es compleja, la de nuestra vecina Venezuela se vuelve insostenible, lo que provoca que muchas mujeres de allá lleguen a este país en busca de oportunidades. La falta de las mismas, y cierto punto de xenofobia, las condena también a convertirse en prostitutas, en muchos casos, haciendo la competencia a las propias colombianas.

De bailarina erótica a prostituta

Cuando hablamos de industria del sexo lo hacemos de un negocio muy grande que incluye a muchos otros negocios con algo en común: lo sexual como característica principal. La industria sexual va desde la fabricación de preservativos hasta el cine porno, pasando por la prostitución, sea o no legal en ese lugar. Incluso los cabarets y bares de pole dance se pueden incluir dentro de esta categoría, al ofrecer shows sensuales de desnudo entre sus principales atracciones. En Estados Unidos, por ejemplo, este tipo de alternativa es la más habitual, ya que la prostitución en sí está prohibida, salvo en el estado de Nevada. En la práctica, las chicas se pueden prostituir como en cualquier otro lugar del mundo, pero deben hacerlo al margen de la ley. Por eso muchas trabajan como meseras o como bailarinas topless, para luego conseguir clientes con los que disfrutar en un reservado. Para muchos, de hecho, la distinción entre prostituta y bailarina erótica es casi inexistente.

Es una discusión que todavía está ralentizando el auténtico debate en torno a la regularización de la prostitución. ¿Hasta dónde llega el concepto de prostitución? ¿Son prostitutas las acompañantes de lujo que no ofrecen servicios sexuales, pero sí compañía? ¿Lo son las bailarinas que se desnudan de forma sugerente y viven directamente del morbo sexual de su cuerpo, pero sin ofrecer tampoco esos servicios más explícitos? Está claro que hay todo tipo de opiniones en este sentido, y no se puede generalizar, pero necesitamos entender dónde colocar el límite de lo que significa prostitución. Porque si no lo hubiera, incluso aquellas chicas que hacen shows frente a la webcam, o sacan fotos para su Onlyfans, podrían ser consideradas prostitutas. En ocasiones, de hecho, una chica empieza simplemente como modelo de desnudo, pensando que no va a pasar de ahí, pero termina convirtiéndose en escort de lujo. Tal vez por el dinero, por la curiosidad o por las ganas que le provoca el vivir del sexo, y no solo de su imagen. En  este artículo vamos a profundizar en el camino que lleva a una bailarina erótica a convertirse en prostituta, algo cada vez más habitual.